sábado, 25 de abril de 2015

ALIMENTACIÓN PARA TODA LA VIDA



 Cada alimento que ingerimos le proporciona a nuestro organismo un rango de nutrientes que desempeñan un papel específico. Una dieta bien equilibrada y variada garantiza que estemos recibiendo todo lo necesario para una buena salud: energía, fibra, proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales.

Además de identificar qué nutrientes incluir en nuestra dieta, hay que saber cuánto de cada uno se requiere para una salud óptima. La Ingesta Recomendada de Nutrientes (R.D.A) se define como los niveles de ingesta de nutrientes esenciales considerados adecuados a las necesidades nutricionales de la totalidad de las personas sanas, con actividad física moderada, a la luz de los conocimientos científicos.
La información nutricional que aparece en la etiqueta de los alimentos consiste en un análisis de los componentes del producto, donde se desglosa el porcentaje de proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales que contienen, además de sus calorías. Cada porcentaje remite a la R.D.A.
Existen cuatro valores de normas alimentarias basadas en los nutrientes que requiere cada etapa de la vida y cada género:
1.       La DDR (dosis diaria recomendada) es la ingesta que satisface los requerimientos diarios del 97 al 98% de las personas de una edad y de un sexo específicos.
2.       La EAR (media estimada de requerimientos) es la ingesta que satisface las necesidades del 50% de las personas de un grupo definido.
3.       La IA (ingesta adecuada) se aplica cuando no hay EAR establecido
4.       El UL (nivel de ingesta máxima tolerable) es la máxima ingesta que no amenaza con perjudicar a la mayoría de las personas de un grupo definido.

Los alimentos y su aporte de energía
Además de nutrientes, el alimento aporta energía al organismo. Esta energía sirve para mantener las funciones básicas e involuntarias (respiración, ritmo cardíaco, temperatura corporal). La cantidad de energía mínima para llevar a cabo estas funciones está determinada por el IMB (índice metabólico basal), que es la tasa mínima del metabolismo medida con el cuerpo en reposo.
La energía que proporcionan los alimentos se mide en calorías. Cada caloría representa una cantidad muy pequeña de energía, así que en análisis nutricional se usa la kilocaloría (kcal= 1.000 cal), que es la cantidad de energía necesaria para elevar 1ºC la temperatura de 1 kg de agua. Debido a que suele usarse el término “caloría” como sinónimo de kilocaloría, usaremos esa convención: 1 cal= 1 kcal.
Cada tipo de nutriente genera una cantidad específica de energía:
§  100 gr de proteína: 400 cal
§  100 gr de carbohidratos: 400 cal
§  100 gr de grasa: 900 cal
A veces, la energía se mide en kilojulios (kJ). Cada caloría (1 kcal) equivale a 4.184 kJ.

¿Qué hay en lo que comemos?
Los nutrientes que encontramos en los alimentos se clasifican en carbohidratos, proteínas y grasas (macronutrientes) y  vitaminas y minerales (micronutrientes). Todos los alimentos contienen en diferente proporción todos o la mayoría de esos elementos. Todo lo que comemos aporta algo al total de la ingestión nutricional, pero ningún grupo aislado de alimentos proporciona todos los nutrientes.
Los micronutrientes desempeñan un papel decisivo en las siguientes procesos, entre otros:
§  Dirigen los procesos  metabólicos, como son las reacciones enzimáticas y la producción de glóbulos rojos.
§  Son responsables del funcionamiento adecuado del corazón y el sistema nervioso.
§  Contribuyen a la producción de los anticuerpos que combaten las infecciones.

¿Cómo procesamos la comida?
Los nutrientes deben fragmentarse en elementos asimilables por el organismo. Este proceso comienza en la boca y finaliza con la excreción de los residuos: tarda de uno a tres días. El alimento sufre cambios químicos a medida que los jugos gástricos lo desdoblan en sus más pequeños elementos: las proteínas en aminoácidos, las grasas en ácidos grasos y en glicerina y los carbohidratos en azúcares simples, como la glucosa. Las moléculas de vitaminas y minerales son minúsculas y no es preciso desdoblarlas. En el intestino delgado, la bilis que produce el hígado ayuda a digerir las grasas, en tanto que las secreciones del páncreas desdoblan los carbohidratos y prosiguen la digestión de las proteínas y grasas. Los nutrientes se incorporan al torrente sanguíneo a través de las paredes intestinales y el alimento que no se digiere, se expulsa.
El aparato digestivo está constituido por el tracto digestivo, que es un largo conducto muscular que va desde la boca hasta el ano, incluyendo el esófago, el  estómago, los intestinos, el hígado, el páncreas, la vesícula biliar y el recto.

1.       Boca: aquí se inicia el proceso de desdoblamiento mediante la acción mecánica de los dientes, la lengua y las mandíbulas.
2.       Glándulas salivales: hay en la boca 3 pares, que secretan saliva. Ésta contiene una enzima digestiva, la amilasa, que humedece la comida masticada y ayuda a desdoblarla más.
3.       Epiglotis: al tragar, este opérculo de cartílago se pliega hacia abajo para cerrar la tráquea. Al mismo tiempo, el paladar blanco cierra la cavidad nasal.
4.       Esófago: este conducto muscular propulsa la comida desde la garganta hasta el estómago por medio de contracciones rítmicas llamadas movimientos peristálticos.
5.       Hígado: es el órgano interno más grande. Produce diariamente hasta 1 litro de bilis. En él se almacenan las vitaminas A, D, E y K.
6.       Estómago: la comida permanece en el estómago hasta 5 horas. Ahí se reduce a una pulpa y se mezcla con los jugos gástricos, que contienen ácidos que eliminan a las bacterias, y enzimas que ayudan a desdoblar las proteínas en aminoácidos. El líquido resultante, llamado quimo, desciende al intestino delgado. En el estómago, los alimentos liberan vitamina B12.
7.       Vesícula biliar: este órgano bolsiforme almacena la bilis que produce el hígado para luego liberarla en el intestino delgado, donde ayuda a desdoblar las moléculas de los alimentos.
8.       Páncreas: secreta jugo gástrico en el intestino delgado.
9.       Intestino delgado: la comida pasa del estómago hasta aquí. Es un largo conducto conformado por el duodeno, el yeyuno y el íleon. En él, la comida se mezcla con otros jugos digestivos y nutrientes, incluyendo varias vitaminas y minerales, para luego absorberse en el torrente sanguíneo.
10.   Intestino grueso: la masa de comida pasa del delgado al grueso, donde abundan bacterias que digieren los residuos que no fueron asimilados por el primero. El agua y los nutrientes que liberan las bacterias se absorben también aquí.
11.   Recto: aquí se acumula el excremento antes de ser expulsado por el ano.
12.   Ano: abertura al exterior del tracto digestivo, por el que expele el excremento.


sábado, 18 de abril de 2015

EL EQUILIBRIO ENTRE NUTRICION Y ENERGIA

La buena nutrición y el ejercicio ayudan a conservar la salud y vivir más años. Somos lo que comemos: todo lo que comemos y bebemos afecta el funcionamiento de nuestro organismo.

¿Qué necesita nuestro cuerpo?
La relación entre dieta y salud es clara: para poder crecer y funcionar bien requerimos de un grupo de nutrientes: carbohidratos, proteínas, grasas, fibra y agua, así como minerales y vitaminas. Muchos de estos nutrientes no sólo son esenciales para el funcionamiento normal del cuerpo; de hecho, mejoran la salud y protegen contra varias enfermedades. Comer bien nos hace sentir bien, lo que a su vez mejora el humor y permite tolerar mejor el estrés. Mantener un peso saludable requiere equilibrar la energía que proporcionan los alimentos con los que gastamos en nuestra vida cotidiana. Debido a nuestro modo de vida, muchos de nosotros no hacemos todo el ejercicio necesario. El exceso de comida se almacena en el cuerpo como grasa, lo cual se traduce en sobrepeso y, quizá, en obesidad. A su vez, ello puede desembocar en varias enfermedades, como son diabetes, trastornos cardiovasculares, cáncer y problemas en las articulaciones. Sin embargo, pesar menos de lo debido también acarrea problemas y reduce la expectativa de vida.
El funcionamiento adecuado del organismo requiere una ingesta diaria de los nutrientes esenciales. Éstos se encuentran en las frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, productos lácteos, carnes magras, pescados, mariscos y aceites, como el de oliva. Una dieta saludable y equilibrada consiste en comer una amplia variedad de alimentos. Nuestro cuerpo toma de ellos la energía esencial para vivir. Consumimos esa energía de diversas formas: se utiliza en las funciones vitales y actividades inconscientes o involuntarias, en nuestras actividades cotidianas conscientes, desde las sedentarias como leer o ver la televisión, hasta los ejercicios y deportes; incluso pensar y dormir requieren energía. En ciertos momentos y circunstancias como la infancia, embarazo, lactancia y el entrenamiento deportivo, o cuando estamos enfermos o recuperándonos de una enfermedad, nuestro organismo requiere mayor cantidad de energía para satisfacer las demandas adicionales que entonces tienen lugar.

El número óptimo de comidas al día
¿Comemos tres veces al día? No hay repuesta correcta o incorrecta para esta pregunta. Cada cual tiene un reloj biológico diferente y un horario con diversas exigencias. A pesar de ello, el cuerpo y la mente necesitan abastecerse de energía y nutrientes durante el transcurso del día; tres comidas equilibradas son la mejor manera de lograr una dieta saludable. Quienes ingieren menos de esta cantidad al día, son más propensos a consumir alimentos con gran contenido de grasas y calorías. 
El desayuno

El desayuno es muy importante: rompe con el ayuno nocturno, nos ayuda a despertar e iniciar nuestras actividades y a mantenernos despabilados mientras las realizamos.
*un desayuno rápido y saludable es una taza de cereales, con fruta fresca o frutos secos, y con leche semidescremada o de soja.
*prepárese un café o te con leche semidescremada y acompáñela con pan tostado integral y mermelada sin azúcar o con un chorrito de aceite de oliva.
*prepárese un jugo o batido de frutas frescas con yogur o leche descremada.
*si debe comer en el camino, que sea una fruta fresca, como una banana o manzana, algunas nueces o un yogur descremado.
Aperitivos
Cuando deseemos comer algo, es importante distinguir entre el hambre real y el antojo.
  • Hambre: el cuerpo avisa al cerebro que necesita alimento. Cuando tenemos hambre, sentimos malestar estomacal o ruidos intestinales.
  • Apetito: es el deseo físico e instintivo de comer que se experimenta cuando se siente hambre. Lo estimulan factores externos.
  • Antojo: consiste en un estado psicológico que responde a influencias externas, como son ver u oler comida, y a las emociones, los hábitos, estados de ánimo y la imaginación.

Si estamos hambrientos, lo recomendable es tomar un refrigerio saludable en lugar de esperar a la próxima comida. Así evitamos el hambre excesiva y será menor la tentación de comer algo rápido y poco nutritivo. Una buena elección son las frutas o frutos secos, verduras crudas o yogur dietético. Este tipo de refrigerios saludables son ideales para los niños, a quienes tres comidas al día no bastan para satisfacer sus requerimientos nutricionales.
Las papas fritas, los dulces y las galletitas tienen mucha azúcar, grasa y sal. Consumir de vez en cuando, pero no hacer de ellos una costumbre.

Comer frutas y verduras
Deberían ser la base de toda dieta. Todas nuestras comidas deberían incluirlas y tendrían que ser nuestra primera opción como refrigerios.

Las frutas y verduras no contienen grasa, tienen poco sodio y proporcionan los nutrientes esenciales como vitaminas Ay C, fibra y fitoquímicos. Se ha probado que comer por lo menos cinco porciones de frutas y verduras al día previene padecer trastornos cardiovasculares o cáncer en el tracto digestivo y el respiratorio. Además, comer verduras ayuda a controlar el peso debido a su alto contenido de fibra, que crea la sensación de saciedad.
Es recomendable comer por lo menos cinco porciones de frutas y de verduras al día. Ofrecerlas a los niños entre comidas, fomentará en ellos buenos hábitos.

Los productos lácteos y el calcio
La leche, el yogur, el queso y otros productos lácteos son una fuente primordial de calcio y contienen mucha vitamina D. El calcio es el mineral que más abunda en el organismo y quizá el que menos figura en la dieta. La mayoría de nosotros no consumimos las cantidades necesarias de calcio, y las personas mayores y los jóvenes os que corren mayor riesgo de enfermedades debido a su insuficiencia. El calcio es esencial para el crecimiento y conservación de los huesos y dientes. Su demanda es mayor en las etapas de crecimiento y durante el embarazo y lactancia. La deficiencia prolongada puede causar osteoporosis (deterioro de los huesos que aumenta el riesgo de fractura).

Debemos tomar por lo menos tres o cuatro raciones de productos lácteos al día. Sin embargo, los quesos curados y la leche entera contienen una gran cantidad de grasa saturada que, excesivamente,  puede provocar trastornos cardiovasculares o colesterol alto (*). Es recomendable elegir productos con poca o sin grasa. El queso es la fuente más común de grasa saturada; elijamos cualquiera de sus variedades con poca grasa elaboradas con leche semidescremada como la muzzarella, ricota o queso blanco.
(*)Grasas no saturadas: las grasas monoinsaturadas (aceites de oliva colza y sésamo) previenen los trastornos cardiovasculares. Las grasas poliinsaturadas (aceites de girasol, maíz, maní, soja y pescado) ayudan al crecimiento, la formación celular y a tener un sistema inmunitario saludable.

Pescados y mariscos: opciones sanas

Son excelentes fuentes de proteínas y minerales. Debido a que también contienen poca grasa saturada, son una alternativa nutritiva y saludable de las aves y la carne roja, y deberían figurar por lo menos una o dos veces a la semana en nuestra dieta.
Muchas clases de pescados grasos (salmón, caballa, arenque, sardinas, pez espada, atún y trucha) contienen ácidos grasos omega-3: mejoran el estado de ánimo, atenúan la depresión y reducen la inflamación de las articulaciones y arterias. Comer estos pescados reduce el riesgo de problemas cardiovasculares al disminuir la presión sanguínea y las concentraciones de triglicéridos en la sangre.

Los beneficios del pavo y el pollo
Estas carnes son magníficas fuentes de proteínas, vitaminas y minerales y contienen menos grasas totales y saturadas que la carne roja.
Sin embargo, la grasa y calorías aumentan mucho en la piel o carne oscura (alas y patas). Al cocinar el pollo, la piel podemos utilizarla al momento de la cocción pero debemos eliminarla al momento de ingerirlo.


La carne roja
 Las carnes rojas son las de vaca, cordero, ternera y cerdo. Constituyen una fuente primordial de proteínas pero contienen mucha grasa saturada y colesterol. Una ingesta excesiva de carnes rojas, además de acarrear problemas cardiovasculares, aumenta el riesgo de cáncer de colon; por ello, los nutricionistas recomiendan comer más pescado, grasas saludables y cereales integrales para reducir el riesgo de estas afecciones.
Con todo, la carne roja es una fuente importante de proteínas, vitamina B12., hierro y zinc. Hay que procurar elegir cortes magros, como el lomo de cerdo, y además quitarle la grasa excesiva.

Grasas y aceites: su empleo
Las grasas son esenciales para la salud, pero no todas ellas la afectan de igual manera.  La grasa es fuente de energía concentrada que proporciona 100 calorías por cucharada, por ello debe consumirse con moderación.
Las grasas saturadas, como la manteca, la grasa de cerdo y la panceta, incrementan el riesgo de trastornos cardiovasculares porque elevan el colesterol en la sangre. Pero hoy sabemos que las grasas de los aceites vegetales y del pescado son saludables y previenen enfermedades.

El agua, las gaseosas y el jugo

Es parte esencial de la dieta. El cuerpo no retiene el agua, por lo que es necesario ingerirla constantemente para reponer la cantidad que se elimina en el sudor y la orina. Debe tomarse por lo menos de 6 a 8 vasos de agua por día, y más cuando hace calor o se hacen deportes. No esperar a sentir sed, pues eso indica que ya falta el agua necesaria en el cuerpo.
Las gaseosas y los jugos, si bien aportan líquidos, tienen buena cantidad de calorías y azúcar. Por ello es ideal evitarlas tomando simplemente agua u otras bebidas bajas en calorías.


Las comidas fuera de casa
La comida de los restaurantes contiene más grasa y, por ende, más calorías que la preparada en casa. Además las porciones son más grandes; hay que procurar moderar la cantidad de porciones y comer hasta que uno se sienta satisfecho. Es conveniente elegir platos a la parrilla, al vapor, al horno o a la plancha en lugar de fritos, que contienen más calorías y grasas saturadas. Evitar salsas y aderezos o que sean servidos aparte. Para el postre, optar por fruta o helado.

Un estilo de vida activo
Mantenerse activo nos conserva sanos. Nuestra salud es un estado de bienestar físico, mental y espiritual. Refleja el buen funcionamiento de nuestro cuerpo y nuestro estado mental. Es importante ser lo más activo posible, dedicarse a actividades que nos mantengan en movimiento de manera agradable y gratificante.

El ejercicio físico rutinario beneficia:
*reduce el riesgo de trastornos cardiovasculares
*reduce el riesgo de osteoporosis
*ayuda a controlar el peso
*mejora la flexibilidad
*reduce el estrés
*mejora la calidad de vida
Según estudios, caminar 30 minutos cada día reduce por lo menos un 30% el riesgo cardiovascular y la diabetes..
Los niños son activos desde que nacen, les gusta trepar, correr y explorar. Los padres deben alentar a sus hijos para que sean activos y darles oportunidades para satisfacer esta necesidad. Hoy en día la mayoría de los niños son menos activos, lo cual coincide con el aumento del número de niños con sobrepeso.

El alcohol y el tabaco


El valor nutritivo del alcohol es ínfimo y  consumirlo en exceso causa problemas, como la deficiencia de vitaminas, le añade muchas calorías a la dieta, aumento de peso. La cerveza, los vinos generosos y los licores aportan muchas calorías. Tomar poco alcohol compensa algunos de los efectos de una dieta abundante en grasas. Debe explicarse por los antioxidantes del vino tinto que protegen contra los efectos nocivos de las grasas saturadas.

El tabaco aumenta el riesgo cardiovascular, afección pulmonar crónica y varios tipos de cáncer. Los fumadores pasivos son propensos a la neumonía y al asma. Las mujeres embarazas que fuman, exponen al bebe a un parto prematuro, a bajo peso al nacer o incluso a la muerte fetal.